lunes, 26 de noviembre de 2012

Y entonces…


-Hubiéramos volado, quizá pateado alguna esquina con tal que nos dejaran en paz, hubiera sido tan de nosotros morir en esa acera, debajo de aquel árbol, a lado de esa casa fea y amarilla, quizás andrés si no hubieras dejado que me marche esa noche, hubiéramos tenido más noches para siempre…


- Es simple construir palabras cuando los recuerdos ya ni si quiera se mueven o tienen vida, cuando es fácil decir y ordenar todo como si fuera un cuento que vamos escribiendo y somos esos que dirigimos ese mundo irreal, no sé si logro explicarme, pero de qué sirve saber todo eso ahora? De qué sirve ver tu rostro, ese cabello ensortijado, esos labios que besé escondido tantas noches, de qué sirve que ocultes tu mano para que no siga viendo ese anillo de tu dedo, si a la larga la única conclusión que nos queda es que ya no volverán nunca esos instantes.

- Yo te pensé muchas veces andrés, tuve que lanzar mi celular a la pared para impedir escribirte en esas noches donde nos fuimos, donde yo no volví a ese lugar y tú jamás volviste a buscarme, a veces me pongo a pensar en todo eso. Nos queríamos tanto y sin embargo fuimos capaces de no volvernos a buscar de la noche a la mañana, no sé si eso significa que no nos quisimos lo suficiente o quizá nos quisimos demasiado que renunciáramos a ser felices.

- Míranos aquí tantos años después… No pensé volver a encontrarte.

- Hace frío, recuerdo que amas el frío y que odias el sol.

- Yo recuerdo Larco, la luna, un mes extraviado, recuerdo mucha lluvia y tu confusión. Recuerdo muchos salones vacíos y la bulla con que los autos golpeaban la calle cuando caminábamos abrazados muy temerosos, caminábamos tanto, recuerdas?

- Sí, ya teníamos nuestro recorrido por Larco hasta doblar por la pequeña calle de las trattorias y bares donde una vez te dije que te alejaras de mí.

- Es verdad, ese día todo el mundo me odió, hasta la señora que se nos acercó para decirte que yo te hacia daño, fue demasiado surrealista esa noche, una lluvia incesante, una noche de celos y peleas, una caminata en silencio, tus reproches y mi risa mientras ninguno se atrevía a decir que estábamos enamorados… Creo que fue en ese momento donde supe que nada seria fácil entre los dos, y no me equivoqué, no, definitivamente es fácil calcular mi futuro, es fácil soltar un camino y ponerme ahí por más que no quiera que sea de esa manera…

- Yo siempre pensé que eras un adivino, un brujo ingenuo, a veces dormía pensando en que sabias lo que había en mi cabeza, en que si en ese momento lloraba o sonreía tú lo sabias y por eso me sorprendía tanto cuando llegaba tu mensaje en el momento preciso, a veces me daba miedo de que fueras así, me desequilibrabas completamente, algo así como tu mirada, tu mirada tan penetrante y a la vez triste… Por qué andrés? Por qué?

- Simplemente es así, creo que cambié mucho…

- Pero tu sonrisa es tan linda, tu sonrisa lograba que yo sonriera, me hacia sentir que eras tan distinto a los demás, esa ternura tuya me inundaba, me hacia olvidar a mi familia, la hora, la culpa… Muchas veces creí que lo hubiéramos logrado y más cuando leía tus mensajes al celular, muchas veces casi nos amanecíamos escribiéndonos, y yo deseaba que estuvieras acá, que te dieras cuenta como la luna tocaba mi ventana y yo no aguantaba no tenerte en ese momento y me sentía tan mal, me costaba mucho soportarlo, saber que no podíamos estar y a la vez quererte como a nadie.

- A veces recuerdo esa época, antes lo hacia todos los días hasta que me dije que no era sano eso, así que te fui encerrando en un espacio aquí dentro y solamente te volviste un nombre, una fecha, una foto… Es verdad que habían veces que no podía evitar que aparecieras al dormir, muchas veces soñé contigo, y despertaba con esa inquietud de que no era verdad, de que ya nunca más estarías a mi lado, de que no valía la pena soñar y cerraba los ojos fuertemente y a veces ni siquiera eso funcionaba.

- Una vez, hace casi un año, te vi caminando por miraflores acompañado, te tenia del brazo y tú…

- No quiero hablar de eso.

- Se te veía feliz…

- Te dije que no, no vale la pena.

- Pero andrés, yo te odié…

- Déjalo así…

- Ella no era yo y tú estabas del brazo por Larco, ella no era yo, no entiendes?

- Tú ya te habías ido hace años y créeme que todo eso ya no lo recuerdo.

- Suerte la tuya mentiroso, no te creo nada.

- Hace frío, recuerdo que también te gustaba el frío y que odiabas al sol como yo

- Me haces reír, eres el mismo de siempre…

- No, ya no soy el mismo, sabias que se puede morir y caminar al mismo tiempo? Sabias que se puede vivir sin querer ser perdonado? Sabias que ni siquiera merezco a Dios?

- Todos merecen a Dios y tú mereces ser feliz.

- Creo que está lloviendo…

- andrés…

- Quisiera volar…

- andrés escúchame…

- Tu dedo me empuja a mi casa

- andrés…

- Es lindo haberte encontrado nuevamente, es lindo ver tus ojos, saber que no has cambiado y que sigues aquí dentro, siempre te recordaré, y toda esta noche quedará para siempre en mi cabeza.

- Nunca te hagas llamar Ronald, recuerda que para mí siempre serás andrés, ese el nombre más lindo que existe.

- Y tú recuerda que te quise muchísimo y que te sigo queriendo y que en el fondo estoy feliz por ti.

- Si yo estuviera en tu lugar no te diría eso, sino más bien te odiaría, pero siempre fuiste distinto, siempre fuiste el ideal para todos, siempre tan encantador y tan niño…

- Ya no soy el mismo…

- Cuídate andrés

- Cuídate…

- si algún día me quieres buscar, sé que sabrás cómo, y si no lo haces, sé que algún día nos toparemos nuevamente.

- Tu anillo me dice: chau.

- Ya lo guardé… Cuídate…

- Cuídate…