jueves, 23 de mayo de 2013

Capitulo 8 – Demo – Fragmento.


Laura había podido conciliar el sueño con el poco llanto que había tenido después de tanta madrugada hundida en eso que Joaquín llamaba “La tristeza infinita”


“La tristeza infinita” era como un estado subconsciente (o conciente si se quiere) de una nostalgia que venia de lo mas profundo de uno y que nadaba tranquila y en silencio como una flor en una alcantarilla iluminada. Esa tristeza vivía en uno por mas que uno se riera, se hiciera el amor o simplemente hasta en la misma nada. Cuando uno se es espectador de la danza insignificante de los demás, ahí, en ese punto también uno estaba en la tristeza infinita. La primera vez que Joaquín se lo mencionó a Laura lo hizo con un poco de miedo, ya que ella por mas linda, divertida y distinta que podía ser, era alguien demasiado frágil para escuchar teorías que contradecían lo que ella era, sin embargo Joaquín también sabia que tenia el derecho y aun más, tenia el deber de que Laura lo supiera, no se perdonaría nunca no haber compartido eso con ella, porque la tristeza infinita es algo que te sujeta al mundo en un circulo triste de memoria, de recuerdos que se mezclan con la realidad y que te envuelve en ese camino llamado futuro.

Laura: Para mí todo eso me suena a que nunca podré ser feliz

Joaquín: No, por el contrario, esa es la mejor forma de llegar a esa palabra que mencionas, así suene contradictorio.

Laura: Lo siento como algo lejano, como si fuera una constelación distinta que mis manos no alcanzarían nunca, mis ojos tampoco podrían…

Joaquín: - Quizá conmigo lo conseguirías... Danzaríamos como dos niños jugando quién salta más alto para alcanzar los globos que vuelan por los techos.

Laura: - Y en pleno juego me abrazaría a ti y no querré soltarte nunca, me ahogaría lentamente en tus ojos como si no me importara ser una muerte en esos ríos de cariño donde siempre nadamos.

Joaquín: - Yo haría que vuelvas a nacer lentamente hasta que aparezcas con ese mismo cabello de remolino, exactamente con esos labios que otras bocas han besado y que sin embargo para mí son los más tiernos que he visto en mi vida.

Laura: - Eres un tonto adorado, un maestro humilde con anteojos, un soñador que soñó demasiado y que busca algo que no tiene nombre.

Joaquín: - Busco como tú la felicidad, con la diferencia que yo sé que eso no dura más que un instante, como una bocanada de este cigarro.

Laura: - Yo creo que la felicidad dura algo más, supongo que es una simple esperanza. Me aceptas llamarla así?

Joaquín: - Claro que sí y es tan bueno sentirse así, tan bueno y a la vez tan ciego

Laura: - Y cuando estabas con ella eras feliz? Fue tu bocanada en el fuego?

Hubo un silencio nuevamente, uno de esos silencios donde Joaquín sentía que Laura jamás seria su mano en el futuro, donde él sin querer huiría poniendo un muro entre ellos y eso Joaquín lo sentía tan fuerte que sabia que ella no se daba cuenta lo que hacia con él haciendo esa pregunta. Los ríos que ellos nadan a veces no tienen puente y quizá por eso él a la larga la dejaría de querer, así lo sentía y por eso algo que venia de muy dentro lo apretaba dejándolo en un total desconsuelo por mas que es así como debía de ser… El amor es frágil en la eternidad, el amor es un baile inútil… Y Laura me dejará de querer cuando la abandone lentamente…

Joaquín: - Mariana ya no está, se fue como tantas veces lo hizo antes de volver nuevamente, se fue porque no soportó tanto invierno a mi lado, porque nunca me amó como se ama a alguien que entrega su vida, se fue porque quería otro calor… Se fue… Se fue… Y ya no hay necesidad de unir la palabra amor con su nombre, sin embargo yo siempre querré sus instantes a mi lado, aunque no de la misma manera, sino porque el recuerdo se vuelve más fuerte que el mismísimo amor…

Laura: - Creo exactamente lo mismo que tú

Joaquín: - Siento que danzamos lentamente, que andamos sincronizados.

Laura: - No, ya no estamos con los pies sobre la tierra Joaquín

Joaquín: - Yo sí, todavía tengo un pie que no me deja volar

Laura: Deja a ese pie que disfrute con nosotros, ya que no es linda la vida sin estas ilusiones, no es justo que nosotros estemos disfrutando tanto y que ese pie no.

Joaquín: Es cierto y no sabes las ganas que tengo de volar contigo en esta noche que es la misma para los dos, ya que todo es tan oscuro…

Laura: La magia de los momentos… Porque un desde ayer en la noche lo cambia todo y quizás un instante también y uno comienza a ver las cosas de manera distinta, con otros ojos y con el alma despegada de la tierra porque quiere entregarse a las ilusiones y ahí en ese espacio donde ninguno de los dos vive encontramos eso que buscamos sin cesar, nos mentimos volviendo todo tan alegre y yo en este momento quiero eso, quiero vivir este minuto en la ilusión, si quieres venir conmigo vas a tener que sacar ese pie de la tierra…

Joaquín: - Y a dónde vamos con eso? Hasta dónde? Si al despegarnos todo resulta como uno de esos momentos en que el ojo se cierra y de pronto algo lo hace abrir, es como ver lo más bello del mundo y saber que es tan inútil para uno, como si fuera una piedra en la pista o un árbol que ya no puede crecer más.

Laura: - No estas viendo el vaso medio lleno, estas viendo sólo el medio vacío, a dónde vamos? A donde queramos, hasta dónde? hasta donde la madrugada nos descubra. Veo lo más bello del universo y es inútil, pero soy feliz porque lo veo, me conformo con sólo verlo, sí, eso es lo único que puedo hacer…




Abrió los ojos y todo era claro, la mañana había vuelto y aun percibía esa pena de haber recordado ese instante en pleno sueño. Acaso se podía soñar recordando cada detalle? Cada palabra que se dijeron? Sintió angustia y por eso no quiso salir de la cama, se aferró de la almohada entre sus piernas imaginando cómo sería volver a hacer el amor con él, lo deseaba, quería amarrarse junto a su cuerpo, percibir sus caricias y despegar lentamente su aliento hasta que la llegue a cubrir cada centímetro y más… Todo eso que sentía era un remolino contradictorio y por primera vez entendió qué era eso de “La tristeza infinita”, se aferró más fuerte de la almohada y recitando unas líneas que había leído antes, le dijo cerrando los ojos: “Me das miedo Monstruo americano”