miércoles, 21 de abril de 2010

Martes de otoño...



Es otoño y es martes. Es otoño y el calendario marca que es veinte. Es otoño y he comenzado a caminar por todas esas calles donde no hay luz y por donde no me tropiezo con nadie porque nadie camina a estas horas por aquí… Estoy andando por estos lugares porque hace frío y porque ha empezado a garuar levemente, quizás es porque yo tanto lo he deseado o quizás es porque la tristeza sin garúa no tiene el toque que necesito para empezar a dejar de querer…

No lo sé, es tan de noche y tan de cielo, es como una mano vendada con una cinta oscura que derrite cada paso que yo antes daba, cada instante en donde yo sabia que la felicidad era tan corta y donde la tristeza me acompaña siempre como un caracolito aquí en mi hombro que me empuja a estos rincones oscuros, como si de pronto de mañana nada fuera lo que debió ser, como si las tantas charlas y caricias que no existieron en un instante dejaran de tener el valor y la ternura que antes tenían. Una palabra, una mentira… Sólo bastó que me mintieras una sola vez para saber que siempre me mentías y cómo no hacerme el tonto después de eso, cómo no sonreír y comentar que nada era tan alegre a tu lado, que nada es suficiente cuando la extrañeza es algo tan insoportable cuando no asomabas con alguna palabra, mientras por dentro todo se deshizo como en el acido mas terrible, todo se convirtió en arena y en miles de kilómetros, todo se convirtió en mi nombre solitario en minúscula… Y dejarte de querer fue la única opción que tuve de repente, dejarte fue una tristeza más de las tantas acumuladas que alimentan a ese caracolito que se agranda en mi hombro diciéndome lo que hay que hacer, lo que es simple y complicado, lo correcto y lo desigual…

Yo siempre he pensado que es complicado volver a querer nuevamente, por lo menos yo elijo siempre (o quizás me elige a mí) la opción mas difícil, la que menos chance tengo y desde hace mucho pareciera que soy un imán para esas situaciones, como si de pronto el caracolito quisiera enseñarme que debo aprender más, a sentir que nada es fácil y que aun no es mi momento. A la larga siempre terminé por desistir de querer porque de pronto ella ya tenía novio, o porque estaba lejos o se iba lejos, porque tenía otro credo o simplemente porque en el fondo dejó de ser lo que era para mí… Y en todas esas situaciones jamás pude jugar sucio para sacarle la vuelta al momento y quedarme dentro de esas personas, jamás pude ser el héroe que usa fuego y aviones para ganar… Y ahora otra vez, como siempre de nuevo sucedió, ahora como si todo fuera un círculo vacío y estupido me choqué con que de nada sirve el querer cuando no hay otros factores que lo hagan funcionar, es como hacer un cuadro solamente teniendo la pintura, sin pincel, ni sopor, sin nada… Seguro muchos al leer esto dirán que soy un pesimista, un torpe que solo busca la desesperanza para empezar otra vez, que no es tan fácil dejar de querer y colorear tantas cosas que de pronto dejaron sin nada a ese nombre, quizás a la larga tengan razón, pero no importa, no importa los nombres ni las tantas canciones desiguales, ya no importa nada, porque este cielo limeño se siente por primera frío después de tantos meses y me acompaña mientras puedo caminar en paz, escondiendo mis manos en mi abrigo y despeinando mis ojos con alguno que otro semáforo que se estaciona en mi vista para de repente desaparecer y seguir caminando… Es tan triste todo que me alegra, siento que otra vez pude dar un paso más a lo que soy…

Por eso hoy dejaré de querer, cambiaré mi nombre y derretiré palabras e imágenes como castillos de hielo encima de un hervidero... Es difícil y a la vez fácil para mí, simplemente dejo de pensar, arrincono el cariño hasta el sótano del desinterés y busco nuevas imágenes amontonando mis días con acciones desmedidas que puedo ir soportando de golpe. Es crudo, quizás irreal, pero a mí me funciona...

Pero por ahora en este instante voy a pensarte un poquito más hasta llegar al mismo puente que conduce a mi casa, y así mañana o la próxima que nos topemos, ya no será lo mismo, ya no… Todo será una casa vacía, una habitación perdida del hotel… Y así por fin este otoño me conducirá a un invierno que espero hace mucho… muchísimo tiempo…

martes, 6 de abril de 2010

Ya no creo en aviones...



Desde luego que Lucy o mejor dicho Lucia se arrancaba la cabeza contra el poste pensado en un lugar diferente. Lejos, muy lejos, de cualquier sitio que mediara su tristeza con paginas de un libro que jamás le escribieron, Porque al diablo todos y con todo, Pensaba encerrada en su cuarto gris, alrededor de libros y de una cama pequeña donde siempre ponía su saquito azul antes de salir.
Era difícil después de todo largarse, moverse en dirección hacia un lugar diferente, encasillarse en un amor que moriría antes que ella al levantarse mientras va pensando “Dónde mierda se quedó mi tristeza?” Porque Lucy amaba tanto que prefería decir que no amaba y más cuando andrés es tan diferente a ella, más cuando andrés le dijo que Lima es una nada cuando los aviones se van hacia el sur, más cuando aquí no hace frió y la pena no logra tomar ni siquiera un vasito de vino helado.
Lucy en aquellas tardes decidía pararse en su ventana que quedaba en un octavo piso desde donde la playa se ve chiquitita. Ve a las gaviotas pasar y ella piensa en las hojas que caen del calendario, ve a las personas correr y piensa que un trago no le caería mal a esas horas, y por ultimo siente los rayos de sol que entra por aquella ventana y decide que andrés se puede ir a la mierda con todo y su perorata de la maldita soledad y de las tantas otras cosas que ella simula no entender. Piensa que ya se va, que todo puede volverse gris, ajeno y el maldito teléfono que suena, que la despierta de su trance y la deposita en una realidad que es esta realidad mal parada, no contesta, prefiere no entender los sonidos y decide explicarse lo que estaba pasando...

El sofá es muy pequeño pero aun así los abrazos se vuelven puentes que no se caen, andrés la quiere y por eso intenta perderse entre su cabello e imaginarse que los calendarios se quemaron, andrés recuerda las tardes en donde Lucy no existía y se da con la sorpresa que ella siempre había existido. Diablos... No puede pensar firmemente y más cuando la cabecita de Lucy se vuelve más suave, más necesaria. él se siente muy débil y se deja llevar en ese sofá donde Lucy duerme, donde él la abraza y donde los lunes son iguales a un domingo que no tiene horario, donde andrés sueña y le entra el miedo de no poder abrazarla mas fuerte, así Lucy no quiere partir de su abrazo, lo busca, lo encuentra, no lo suelta, porque de la nada ella se aferra escondiendo sus ojitos de un llanto que andrés no ve, que andrés no piensa, que andrés sigue con eso de la soledad y ella que quiere seguir durmiendo sin dormir, aunque sea fingiendo que el sur no existe, que los aviones son una oligarquía innecesaria dentro de un comunismo donde andrés siempre ríe, donde nadie entendería porque eso es entre ella y él, que igual el reloj le pesa a pesar que ella finge dormir. Por eso busca más abrazos y escucha que andrés le lee entre sus puntitos un cuento de Ribeyro, que así ella no soporta tanto cariño y él que sigue leyendo, que no se detiene entre ese niño aquel que camina y ella empieza a llorar, él que encuentra fuerzas en esa cabecita castaña y le promete que no dejara de leer aunque el reloj marque las nueve y ella se tenga que ir porque ya es tarde, porque a esa hora sus padres la esperan para cenar, aunque siempre al llegar se encierra en su cuarto porque no entiende nada, no entiende porqué ellos se pelean y la arrastran donde ella sin querer está cayendo; Al sur... sí andrés, el avión se va al sur, a Buenos Aires, por eso andrés entiende que si la buscas no la encuentras y si la extrañas te perderás tú mismo entre tristezas que aparecen sin abrazos, por eso andrés deja de mirar su foto tanto, deja de leer ese cuento y pon atención al anillo que ella te dio, no andrés, no es para que camines horas, tampoco es para sentirte feliz por poder sufrir un ratito, no andrés, eso es mierda, eso es hacerse daño uno mismo con hojas que no escribiste, eso es no esperarla y esperarla a la vez, entiendes?

Pero andrés mira y mira esa foto, conoce esa cabecita y aun así mira, conoce esa mirada chiquita y aun así dale con mirar, intenta decirle a esa foto que él entendió todo, que así es cuando uno sigue atado, por eso Lucia... o mejor dicho; Lucy, entiende que el que no sufre no ama, que entendí bien porqué me siento así, que entendí tu llanto a pesar que dormías, no me mientas Lucy, sé que llorabas, sé que intentaste sacarle a la vida otro calendario pero la vida no entiende de eso, la vida solo avanza mientras te vas al aeropuerto mirando por todos lados a ver si aparezco o no. No Lucy, no aparecí porque es mejor sentirse lejos que estar cerca sin poderte tocar, es mejor mirarte en esa foto sintiéndome feliz de estar tan triste, sintiendo una sonrisa porque la dejé de querer a ella para quererte tanto a ti, por eso Lucy entendí muy bien el porqué en las noches ya no caminaba, entendí bien porque me he quedado calladito y reído tanto, entendí que el verano regresó y por eso me duele la cabeza, entendí tu carta y a la vez intenté mejor no entenderla, es como haber aprendido sin ir a clases, es como que me siento mas viejo, que ahora así nadie me dirá que parezco un niño tonto, si Lucy lo entendí todo, gracias Lucy, así si es bonito querer, gracias Lucy, gracias...

Era la hora de despertarse y la aeromoza le pide que se abroche el cinturón de seguridad, Lucy se quita los audífonos y mira por la ventanita y solo las nubes que aparecen, se siente sola, vacía y triste.

andrés camina solo… Marzo 2004