miércoles, 2 de marzo de 2011

Recuento...



Esa noche él la había escondido en un pequeño pasaje inhabitado de esa calle. Le sonrió con ternura y al despertar su mano, ella divertidamente le preguntó… “Si estuviera a punto de caer, me soltarías?” Ambos sonrieron, pero por un segundo andrés encontró la verdadera pregunta que Ella realmente hacía y Ella al darse cuenta de que él la había comprendido, lo miró fijamente y en ese instante los dos se sintieron caer… Pero no, claro que no la soltaría, quizás era el piano a lo lejos o la resaca torpe de esa noche que le daban ese motivo de desprender todo el odio y la soledad que de golpe se había agrupado a él en el momento en el que Ella le hizo esa pregunta…

El cielo de Lima navegaba en ese instante como un barquito hecho de papel y que se destruía con tan solo un poco de esas gotas tristes y heladas. Acaso no se podía ser feliz en el universo? No, claro que no, esas son tonterías baratas de libros desechos, de espejos que nunca dicen la verdad de la mirada y de aquel rasgo de balde que destruye todo el amor cuando de la nada cae en la perversión del deseo, de ese deseo que llama cuando se besa un labio que no le pertenece, un labio absurdo, un labio que engaña al otro y así Ella lo engañaría muchas veces sin hacerlo, sería la venganza. (No eso no, es otra cosa) Sería la contraparte de la cama, la puesta de sol en pleno triste y despeinado verano, sería la respuesta que nunca le dio de su vida, de las tantas charlas en el que él evitaba decirle lo que sentia, obligándose a desearla en alguna calle vacía y oscura donde se buscaban con las manos y las bocas, mientras que andrés respiraba el perfume de Ella e invirtiendo la pregunta le hacía ver que en sus ojos había tanta tristeza y tanto odio, sí, porque la suma de eso más la ternura hacia como resultado un querer que se condenaba a la soledad, a huir desesperadamente algún día, cuando él cierre los ojos y ella escape furiosa porque no podría aguantar quererlo de esa manera, mientras es culpable de un labio ajeno, si por lo menos él abriera los ojos, si por lo menos el dolor se muriera en ese instante y la dejara libre como nunca lo sería, si toda esa ecuación funcionara de golpe, cronológica y milimétricamente sincronizados, entonces quizás ahí la felicidad los golpearía y al sentirse así de libres y alegres, y nuez fresca y olor a mandarina primaveral, justo en ese instante se sentirían unos chiquillos frágiles y empezarían a temer al invierno, a las tantas canciones que pasan por la radio, temerían a la cama, al olor que gime en las fosas nasales cuando la inmortalidad se prende y no basta gritar, ni siquiera llamarse por otros nombres, ese amor será de figurita que se destiñe en los fines de semana, así que se separarían tarde o temprano, serian amigos y cuando él consiguiera un trabajo de oficina inútil, ella tendría muchos hijos y al encontrarse de repente alguna tarde no se reconocerían, porque nada es como debió haber sido, es por eso que el universo (el falso y mediocre universo) los había puesto en plena calle desolada, sin embargo (siempre hay un “sin embargo”) Ella ya estaba cansada de todo, no aguantaba más… “Si por lo menos me dijeras algo maldito…” Le gritaba al oído, mientras andrés cerraba los ojos tratando de sostener esas palabras que se perdían en la oscuridad... dijeras… algo... maldito... Y así lentamente las iba repitiendo hasta hacerles perder ese sentido del inicio, mientras cada amargura de Ella se dibujaba en su mejilla derecha. Cada suspiro y trémula caricia se iba perdiendo en esa noche… “Jamás seremos lo que deberíamos ser…” Le dijo Ella flotándose los ojos con sus manos y andrés que la miraba tan frágil e indefensa le contestó… “El amor nunca es suficiente para amar…” En ese momento ella empezó a odiarlo sin control, se escuchaba el ruido de su boca, su rostro enrojecido y comprimido se llenaban de lagunas tristes… El amor nunca es suficiente para amar… Y Ella lo sabía, el estúpido recuerdo también lo sabía, todos lo sabían… Y el maldito universo o como quiera que se llame había corrompido todo otra vez, quizás es el cúmulo de sentimientos que se tropiezan en el momento justo en el que el amor se rompe por frágil…

… Te odio andrés… Te odio mucho…

En ese momento la abrazó y ella buscando su boca lo besó desesperadamente una vez más…

Había sido una noche sorda, una noche de cristales y minas, de abrazos truncos y de moneda falsa. Una noche mojada y triste que no era suficiente… Y sin embargo (sin embargo, sin embargo, sin embargo) Era la noche que los dos querían rescatar a costa de que más tarde todo sea real y cruel… muy cruel…




(For no one - The Beatles)

3 comentarios:

JG. dijo...

ay te envidio con todo mi ser,
eres 1genio de la creación :)
yo también odio a "andrés", si lo sabes, no?

hahaha,
qué singularidad la tuya para detallar ciertas cosas, me encantó.

Euge dijo...

todavía estoy aquí... y me trae el deja vú, quizás fue el primer texto que leí tuyo, o no sé... pero me quedó grabada la frase "el amor nunca es suficiente para amar". No sé si le agregaste o cambiaste algo, aunque vale la pena el "recuento", sí que lo vale.
y retomando el diálogo blog a blog, tengo que decirte que mi vida está llena de grises también, aunque mis pinturas y todas mis obras, artesanías, etc. están llenas de color. Yo no le asigno a una paleta la cuestión de un estado de ánimo, para mí eso es pura abstracción... no usar el color sería limitarme en lo que quiero expresar (se entiende?), es la herramienta más valiosa para mí simplemente.

Y no voy a perderme. Estoy en medio de un proyecto (que no sé si va a funcionar). Ya se verá y en el mejor de los casos te enterarás por el blog, o en el peor vendré a derramar algunas lágrimas aquí (porque me siento comprendida!)

Hasta pronto andrés

Euge

Unknown dijo...

Creo que el amor nos hace sentir que tenemos la capacidad de lograrlo todo cuanto imaginemos, nos creemos enormes, nos sentimos infinitos...Por que nos aonda ese sentimiento, ese sentimiento que hasta que se acaba, es eterno.
Pero andrés tiene razon, el el amor nos alcanza para amar. El amor no da lugar a sentirse solo, mas allá de la soledad. El amor no nos para sobre la misma baldoza, sino que muchas veces nos obliga a estar del otro lado del charco. Cuando el charco se hace mar, el amor se torna cruel...nos deshace. Y si no tenemos, no encontramos, no construimos las alas necesarias, pues entonces, quizas..aun no siendo la baldoza donde deberias estar, tienes que quedart y avnazar. Aún con un triste y furioso mar de fondo...



Ro An, has dado en el punto justo.