jueves, 17 de febrero de 2011

Y todo...



Volver nuevamente hacia atrás, buscando esas contradicciones de caminos desiertos, olor a azúcar y a hojas amarillas (o eran blancas?). Pero después de todo se siente ese sabor a labio sumiso de medianoche, como deteniéndose en noches de dulces y amaneceres de vinos en una calle vacía y a la vez ocupada por consuelos de cartón.

Por ahí mi amor se abrió como una nuez testaruda, como una de esas nueces que para abrirse había que tener un martillo oscuro, pero para eso era otra vez volver a encontrar a la altura de esos ojos ese tono que esperance un lugar semidesnudo y perdido, encontrar en la oscuridad esa batalla desconsolada del Odio–amor y Amor–odio, terminando por caer en el instante mismo donde tú cierras esa puerta y te vas, donde yo me emborracho de vino barato y no te busco, donde las cosas nacen y a la vez mueren porque no encuentran en ese orden esa esperanza tímida de volver a querer oír la voz del otro en tan poco tiempo, en esa rutina de abrazos y besos que despiertan imágenes y cultivan futuros derruidos en unas calles que dejaron de existir hace miles de años.

Pero tú sigues saliendo por esa puerta de madera picada, sigues con la perilla en la mano y retrocediendo para volver a repetirlo todo con más fuerza, una y otra vez lo repites… Entonces si que ahí al reloj sólo le quedan segundos, le queda ese horrible sonido de la manecilla avanzando en la oscuridad hasta ser el oxigeno que no necesito, que todo entra por esa ventanita que me da a una calle donde los autos pasan y hacen sonar sus motores y nunca retrocediendo porque nada en el mundo retrocede, porque en el mundo no existen los pequeños sueños donde somos felices en una casa todo el día juntos, por eso la hora tampoco existe, no, en el mundo sólo existe el adelante adelante. Entonces me pregunto por qué sigo aquí? Por qué mis piernas no se mueven y por qué tiemblo tanto? Por qué el cielo cursi, el lapicero sin carga, las hojas en blanco me hunden en una parálisis ingenua que me hace creer que tú no exististe, que lo que miro es un papel con una imagen borrosa, creo que tienes un abrigo largo y sonríes de lado como si estuvieses molesta, pero yo sé..., sé que en el fondo estas mas allá de esa imagen salida de una simple nube de recuerdo, eres tú encendiéndome ese cigarrillo, eres tú la que me abraza y se oculta en esa piel de durazno a dedicarme una canción que en la radio no deja de sonar, entonces quizás haya que volver a pensarte de manera infantil, de tal manera que te limpies de ese olor a tabaco y vino barato, puede ser que vuelvas con un vestido blanco y encendiendo todas las luces de la casa. Entonces te pediría que botes ese reloj que me asusta tanto, te pediría que rompas todos mis papeles y que vuelvas a tender la cama, sí, eso debe ser mejor, porque pensarte como eras en realidad hace que te quiera más pero a la vez que me hunda en ese “más” que no comprende que para el amor no siempre hay que cerrar la puerta y morir eternamente.

Pero entonces si todo estuvo bien, dónde estas? Por qué siguen las luces apagadas y por qué ese reloj me sigue rompiendo los tímpanos con tanto sonido lento y torpe, por qué esa puerta vuelve a comprender que no estas y vuelve mi charla cotidiana conmigo mismo, vuelve mis movimientos de manos queriendo explicar una figura inexplicable, queriendo jugar con esos vidrios esparcidos en el suelo, contemplando una manera de no querer hundir la cara más allá, más allá. Pero entonces tu boca esta en mi boca, busco ese sabor, esa melancolía con que tu lengua juega con mi lengua, entonces tus labios se ocultan por debajo de mis labios, tus ojos cerrados, el cabello despeinado… Todo se vuelve ese beso con que detienes ese hundir, esa maleza de continuar una pena con otra pena, entonces ese sabor, esa contradicción de sonidos desentonados se vuelven esa pequeña esperanza que se derrama en la quinta botella que tomo, entonces mi abrazo en tu abrazo busca más consuelo, busca no soltarte y querer ser un dictador en tu piel, busca poner marcas, ubicar los centímetros con que naces desde tus pies hasta el ultimo cabello suelto que toco, porque así eres como la foto donde estamos con los ojos cerrados, como las hojas esparcidas con tu nombre que fueron a dar al suelo, porque así eres más que una imagen simple de una mujer también simple, así eres un yo, un más yo, un súper yo… Un yo revuelto en un tú que pone adelante los pasos de una inmortalidad sin contradicciones.

Tus dientes son tan pequeños, da miedo compararlos con los míos, en eso tiemblas, ubicas sonidos, recuerdos antiguos, vuelves a un pasado falso, me sueltas, te suelto, te detienes en medio del cuarto y yo me caigo, me miras, te miro… Los sonidos vuelven, los segundos marchitos caen con mucho peso, avanzas, yo te sostengo de la mano y te sueltas, avanzas, yo te miro, tú caminas, vas a la salida y esa puerta picada vuelve hacer que tiemble, te miro y sigues, vuelve la repetición de los ciclos y el vino aparece en mi mano, el olor a tabaco y las flores amarillas (o eran blancas?)

Te miro, no me miras, avanzas y cierras esa puerta, avanzas y el cuarto se acabó, acabó la imagen, la charla, el labio sumiso, acabó lo cotidiano de nuestras vidas…

Acabó despidiéndose por separado.

2 comentarios:

Euge dijo...

quería escribir aquí algo que realmente valiera la pena... pero todo lo que podría contarte arruinaría quizás la extraña sensación después de lo que acabo de leer.
No te voy a mentir Andrés, he estado muy triste esta semana y tu escrito precipitó quizás más lágrimas de las que yo me hubiera permitido, es como que se metió por los recovecos de una herida demasiado reciente. Mi historia no es esa historia, no, nunca hubiera podido ser tan bellamente escrita, pero hay demasiados puntos de contacto en los que la siento como mía... y bueno, yo que estaba ferozmente encaprichada en refugiarme en el enojo y el dolor... y ahora estoy llorando, pero no se le puede echar la culpa a algo tan hermoso, ni ahí... Prometo volver en un par de días y leerte como corresponde.
te envío desde aquí un abrazo de palabras y un enorme gracias por las veces que me has leído a mi también!

Euge

Carla Kowalski dijo...

Interesante final.
Me gustó mucho este texto.